Reflexiones sobre la enseñanza del periodismo


¿Cómo enseñar periodismo de investigación? De Viaje a la tierra mágica del peyote a El código la Pinchi

Yazmín Pérez Guzmán

Tac, tac, -tac, tac- tac, tac- se escuchaban los pasos desde el corredor hasta el interior del salón mientras la concurrencia veía pasar a una joven como si caminara por una pasarela, de baja estatura, cabello largo castaño, enfundada en un pantalón entubado y una blusa con un escote que mostraba sus exuberantes pechos.

- ¡Faltan diez para las seis!, ¡la clase empezó a las cuatro!, ¿acaso crees que así vas a conseguir la nota? - dijo en tono severo el maestro de Géneros Periodísticos que impartía la clase en la antigua Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en donde también Manuel Buendía, Miguel Ángel Granados Chapa, José Woldemberg, Jacqueline Peschard, entre otros, eran catedráticos.

- ¿Crees que con tu juventud y belleza obtendrás la nota? ¡¡La belleza y la juventud se acaban, el talento no!! Lo primero que debe hacer un periodista es llegar a tiempo… - seguía el profesor amonestando con voz fuerte y firme a la joven que ingresó a pocos minutos antes de que terminara la clase - ¿hasta cuándo van a entender que este oficio es como el de las prostitutas? ¡¡Es un oficio de nalgas donde deben permanecer mucho tiempo sentados leyendo o escribiendo!! (Claro después de traer a la redacción toda la información que nos permitiera escribir). La carcajada de los estudiantes no se hizo esperar, el ambiente se relajó y el maestro Benítez se rió ante la reacción de los estudiantes.

Sí, ésa era una de las frases célebres del maestro Benítez que daba clases en la Facultad los martes y los jueves de cuatro a seis de la tarde. Siempre llegaba puntual vestido con su traje negro, camisa blanca y su corbata azul, sus zapatos muy bien lustrados. Entraba al salón de redacción donde había máquinas de escribir Olivetti para que practicáramos; al frente había una mesa larga donde el maestro Benítez se sentaba como si fuera a dar una conferencia, atrás se paraba su adjunto que más bien parecía un “guarura” bien trajeado y lentes oscuros que cargaba el paraguas y el portafolios del maestro.

- ¿Cuál es la de ocho de hoy? – preguntaba Benítez ara iniciar la sesión. El primer día, todos nos "sacamos de onda" porque no sabíamos qué quería decir.
- Sí, la noticia que aparece en la primera plana y ocupa las ocho columnas, ¿ven?- nos dijo al momento que desplegaba el Excélsior, el periódico de la vida nacional, cuando lo dirigía Regino Díaz Redondo- esto es la cabeza – y nos señaló las letras negras y grandes con las que se destacaba el título de la noticia principal- más abajo está la columna Red privada de Manuel Buendía, deben leerla para que aprendan a emitir juicios. 

Se supone que al siguiente semestre, escogeríamos a Buendía para la asignatura: Géneros Periodísticos de Opinión, pero el 30 de mayo de 1984 en la noche, nos enteramos que lo habían asesinado cerca de su despacho. En esos días habíamos leído su columna en la que hablaba del Opus dei y de ciertas instituciones ligadas a este grupo.

- Hay otros periódicos como el UNOMASUNO que tiene formato tabloide- y en ese momento, Benítez sacó dicho periódico y nos lo mostró- vean cómo la distribución es diferente y la noticia principal es diferente a la que aparece en Excélsiór. Deben leer diario el periódico, yo leo ocho antes de salir a la calle, es lo primero que hago. Deben leer bien, pues en una nota, en un suceso puede estar el gran reportaje.

Para el maestro Benítez, el gran reportaje era el que estaba hecho a base de investigación amplia y profunda. Nos hablaba de cómo había recopilado los datos para recorrer La ruta de Hernán Cortés o viajar por los estados del centro de la república mexicana. Cada clase era una conferencia magistral en la que nos platicaba sus experiencias para hacer cada uno de sus reportajes que ya habían sido publicados. “Abran bien los ojos, recuerden lo que escuchan y luego escriban todos los detalles, no se apoyen en la grabadora, lo mejor es recordar, recrear… " Y sí, todavía recuerdo cuando nos platicó su experiencia con el ritual del peyote: “… tuve que comer chocolate después de morder ese fruto, pues la lengua se me entumeció… luego empecé a tener alucinaciones… perdí mis lentes…“ Imagen que recrea fielmente En la tierra mágica del peyote que le publicó editorial ERA.

“Ustedes tiene qué hacer el gran reportaje” – nos insistía el maestro, quien sí sabía de lo que hablaba, era un obsesivo de los detalles, de la investigación. Sus temas siempre se centraron en las injusticias que padecen los indígenas, por eso, en uno de los sitios de Internet aparece como “antropólogo” y en las librerías, sus obras están ubicadas en la sección de antropología. “Soy periodista y me hice en el oficio”- decía. Alguna vez la Dirección de Personal de la UNAM solicitó a la Coordinación de Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas el título y la cédula que acreditaban a Fernando Benítez para impartir clases. Ni la jefa de carrera ni la secretaria técnica se atrevieron a pedirle al maestro tales documentos porque las iba a mandar… muy lejos. “El periodismo se aprende practicando… ustedes deben salir de aquí para hacer el gran reportaje…”
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Entre los diversos quehaceres del periodista o del comunicólogo me dediqué a la docencia, donde cada semestre debo persuadir a los alumnos para que investiguen. En el primer semestre de la carrera de Comunicación y Periodismo imparto la asignatura: Técnicas de Investigación documental y de campo y he tratado que los alumnos recopilen datos e información como si fueran a hacer ese gran reportaje del que hablaba el maestro Benítez o como dice José Carlos Paredes, (otro excelente periodista) que hagan periodismo de investigación. La parte más difícil, después de tener datos e información, es la redacción. ¿Cómo vamos a redactar nuestro reportaje? Preguntan los alumnos. Entonces cada profesor trata de dar ejemplos parafraseando fragmentos de textos y pocas veces disponemos de una amplia variedad de autores o títulos. Por eso, el curso: ¿Cómo enseñar periodismo de investigación?, que se realizó del 18 al 21 de enero de 2010 en la FES-Aragón, ha resultado una magnífica fuente de sugerencias didácticas y, sobre todo, bibliográficas, hemerográficas, audiovisuales. Pero lo mejor del curso fue escuchar las vivencias y las experiencias del periodista y profesor Paredes, que imparte clases en la Universidad Iberoamericana, cuando empezó su investigación para escribir: El código la Pinchi y Las mentiras de un héroe oficial. Textos que atrapan al lector a partir de la descripción de los detalles y la narración de los hechos, la estructura del relato, como si fuera una ficción.

Todo lo leído, escuchado y visto en el curso será de utilidad para asesorar un trabajo de titulación que es un reportaje sobre los nuevos devotos de San Judas Tadeo que roban y asaltan con el “permiso y la bendición del santo”. Ahora sé qué lecturas recomendar a mi alumno para que empiece a construir su estilo para narrar.

El curso del maestro Paredes fue una remembranza de las enseñanzas de Benítez, de esos días en las aulas de la antigua Facultad de Ciencias Políticas donde aprendimos a leer el periódico, a distinguir géneros, a escuchar y ver detalles. Ahora, después de muchos años, el curso de José Carlos Paredes refrescó mis recuerdos, mis memorias y mi deuda con Benítez: escribir el gran reportaje.



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