TESIS




LA SOLEDAD, LA ENAJENACIÓN Y LA INCOMUNICACIÓN: LA CONFRONTACIÓN DE LO ARTIFICIAL CON LO NATURAL, DEL PERSONAJE HORACIO, EN "LAS HORTENSIAS" DE FELISBERTO HERNÁNDEZ


Tesis presentada por Alberto Suárez.

No hace mucho llegó a mis oídos la noticia de un escritor uruguayo, pianista por vocación y, principalmente, por necesidad, creador de un mundo surrealista sin vínculo alguno con la vanguardia. El primer cuento que leí fue Las Hortensias, desde un inicio me atrapó, la curiosidad apareció y no pude dejar de leer algo de su obra cuentística, en ella, encontré un manejo particular de sus personajes, transmitían una percepción distorsionada de la realidad que me sedujo. Cómo fue posible esa identificación con Las Hortensias y no con uno diferente. Los otros, créanme, no carecían de aspectos particulares que los identificaran, no obstante, carecían de la fuerza indispensable para deambular libremente de una actualidad felisberteana a la nuestra. Antes de continuar, citaré un fragmento, que creo prudente, sobre la Poética de Aristóteles. Encaja estupendamente en lo que quiero dar a entender. Aristóteles marca una diferencia entre Historia y poética, entendiéndose esta última como portadora de la voz literaria, la literatura, no la enuncia como un simple sello creativo atrapado en papel, (cito) “Según lo dicho, resulta evidente que no es tarea del poeta referir lo que realmente sucede sino lo que podría suceder y los acontecimientos posibles, de acuerdo con la probabilidad o la necesidad… Pero el historiador y el poeta difieren en que el uno narra lo que sucedió y el otro lo que podría suceder” (fin de la cita).
Horacio, personaje central de Las Hortensias, no está inmerso en la tecnología, en él sin embargo encontramos la semilla de la abulia, esa enfermedad de apatía que diagnosticó Unamuno en sus contemporáneos. Ahí, es donde encontré ese primer engarce, el siguiente, fue con la comunicación. No me era posible simplemente abandonarme en el placer de la lectura, el presenciar una constante lucha sin cuartel en la que la muerte del individuo, la falta de identidad, corren el peligro de convertirse en una quimera, en donde la soledad, la enajenación y la incomunicación, continúan siendo males de nuestra realidad, encontré a Felisberto Hernández como un profeta, él, interpreta la realidad, nos muestra, además, el peligro que conlleva un trato impersonal, en el que el mundo de lo artificial puede suplir al de lo natural. Nos indica lo que podría suceder.
Dependiendo las preguntas que se realicen indicará qué se quiere conocer, qué se quiere decir, qué se quiere disputar. En el instante de arrojar una hipótesis debe de existir la certidumbre sobre lo que se piensa estudiar, el resultado puede o no puede ser favorable, lo indispensable será, simplemente, cubrir la curiosidad específica del investigador. Ya que determiné los temas, era necesario tener presente un cuerpo crítico y un método de investigación, descubrí que los métodos no eran fórmulas de cocina, no eran modelos ‘unitalla’ aplicable a toda obra literaria, por tal motivo renuncié a la opción de escoger uno y, en vez de eso, tomé algunos conceptos de distintos autores para realizar un breve esbozo interpretativo. Debo ofrecer una disculpa, por haber rellenado dos capítulos enteros sobre lingüistas, mitógrafos, formalistas y estructuralistas, pero no son cuarenta y tantas páginas que salen sobrando, son el testimonio y el patrimonio de una serie de estudiosos que se preocuparon por comprender un fragmento más de nuestra gigantesca realidad, son igualmente, un recordatorio de quienes nos han ayudado a entender. Sin la ayuda del formalismo no hubiera comprendido al estructuralismo, al igual, entendí que los lingüistas y los mitógrafos brindaron de diversos elementos para la formación de estos métodos.
El lenguaje, es tan amplio que difícilmente puede ser reducido en una máxima. Un objeto, una expresión, un símbolo, un sonido, una imagen, todo se convierte en un signo potencial de comunicación; el mensaje no puede ser sólo uno, el tratar de encontrar una única verdad, indudablemente daría como resultado el error de partir de un único enfoque y, por lo tanto, de un único resultado. No nos queda otra estrategia de estudio más que delimitar, comprender que aunque no queramos debemos ser selectivos, escoger entre una infinidad de temas el posible o los posibles para estudiarse. La lengua es un sistema con normas y reglas para uso de una comunidad lingüística, el signo no será infinito como en el lenguaje, tendrá un significante y un significado, será un signo lingüístico. Debe entenderse que no permanecerá inmutable, al contrario, se adaptará siempre a las nuevas necesidades de su comunidad hablante, es por eso que es necesaria su comprensión en sus distintas etapas temporales, en la sincrónica y en la diacrónica. Un texto literario se conforma de ese material básico, en él se transforma el signo lingüístico dando origen a nuevos códigos connotativos, la simple tarea de comunicación escueta y directa sufre una apropiación dentro de otro espacio, las reglas cambian, se vuelven únicas y propias de cada obra literaria, esta lengua es la literariedad.
¿Hasta que punto la literatura es necesaria para la comprensión del ser humano? En ella no está la respuesta a todas las interrogantes, cumple como muchas disciplinas la labor de tratar de comprendernos, entender el origen de las cosas y, porqué no, de intuir nuestro porvenir. Pero sin duda siempre existe un límite.
Desde el inicio de Las Hortensias aparece una distancia entre lo cotidiano y lo anormal, en ella reina la perplejidad. Se describe a un hombre alto y de pasos pesados y a una mujer que lo espera. Al entrar a su casa es acompañado por un constante compás proveniente de una fábrica, al verla al pie de la escalinata, nota que los escalones parecieran ser parte de la cola que arrastra su vestido. Se nos muestra este ser, como un hombre desconocido, como un autómata que carece de nombre, ella, como una persona en proceso de cosificación. No es hasta avanzado el primer apartado que conocemos su nombre, Horacio. La transformación, es una constante que se encuentra enmarcada por la aparición, en toda la obra, del ruido de la fábrica, no se da en un plano fantástico como en el cuento de Kafka, no se transforma de la noche en la mañana en un muñeco, notamos aquí, no un acto maravilloso, sino un acto de transformación seguido de una enajenación del personaje. Esta puesta en escena no es otra de las vitrinas, es, una que traspasa al personaje llegando al lector, ahora, nos adentramos en el mundo de Horacio, nos convertimos, al igual que él, en vouyeristas de sus acciones. A la manera de sus demás, la leyenda deberá terminar al momento de acabar la lectura, pero antes, deberemos intuir. Felisberto astutamente nos posiciona desde el banquillo de Horacio, nos colocamos junto a él, en la soledad, nos invade esa lujuria por ver, vemos a Horacio como empieza a abandonar la realidad. Presenciamos el proceso de un individuo hacia la locura.
María será eterna en el cuerpo de la muñeca Hortensia, será el recuerdo encapsulado dentro de un objeto, que sólo así podrá ser eterno, al igual que la lectura. Su realidad viene a ser una réplica mimética de la nuestra, la diferencia, es que es modificada por la percepción de Horacio. Él, tiene un miedo inminente por el cambio, éste le señala la muerte del ser viviente, es por eso, que trata de escapar de su destino al inmortalizar a su mujer en Hortensia. Arma todo un proceso de alejamiento, poco a poco se adentra al mundo de las muñecas. No vemos a un hombre preocupado por la felicidad de su mujer, a un hombre socializando con otros semejantes, vemos a un hombre que se interna en una soledad que lo corrompe. Su percepción se distorsiona. Nota muecas, movimientos y señales en las muñecas. Al ser espantado por su mujer, se acelera el proceso irremediable de transformación, al alejarse en dirección a la fábrica, no es indicativo de que se convertirá en un muñeco, sino, que ha roto todo lazo con la realidad, ha entrado en un estado de incomunicación producto de la enajenación.
Finalmente, el cuento viene a ser una alegoría de la pérdida de la identidad del hombre moderno. Horacio renuncia a seguir viviendo, entra en sus escenas y no sale más.
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LA COMUNICACIÓN SOCIAL DURANTE LOS PRIMEROS SEIS MESES DE GOBIERNO EN LA DELEGACIÓN IZTAPALAPA (OCTUBRE 2006-ABRIL 2007)




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